Emilia Ferreiro El significado del nombre propio

Emilia Ferreiro El significado del nombre propio

Resumen Breve

Este video explora la importancia del nombre propio en el proceso de aprendizaje de la escritura en niños pequeños. Destaca el significado afectivo y cognitivo que tiene el nombre para los niños, cómo lo utilizan como base para explorar el mundo de las letras y cómo los educadores pueden fomentar este proceso de manera positiva.

  • El nombre propio tiene un fuerte significado afectivo para los niños, vinculado a su identidad.
  • Los niños utilizan las letras de su nombre para crear un repertorio básico para escribir otras palabras.
  • Compartir los nombres en el aula fomenta la indagación y el aprendizaje entre los niños.

Significado Afectivo del Nombre Propio

El nombre propio tiene un profundo significado afectivo para los niños, ya que está intrínsecamente ligado a su identidad. Descubrir que pueden representarse a sí mismos a través de la escritura establece una conexión positiva con el acto de escribir. La carga emocional es tan fuerte que algunos niños abrazan, acarician o besan su nombre escrito, identificándose plenamente con él. Los niños que crecen en entornos donde la lectura y la escritura son actividades cotidianas tienden a experimentar con la escritura desde temprana edad.

Ejemplos de Escritura Temprana

Se presentan tres ejemplos de niños pequeños experimentando con la escritura de sus nombres. Camila, con tres años, copia su nombre para una tarjeta para su abuela. Ana Pérez, de tres años y tres meses, dibuja a su hermana y a sí misma, colocando sus nombres sobre sus cabezas. Santiago, de tres años y seis meses, dibuja una figura humana y firma con grafismos que él interpreta como su nombre, incluyendo un "punto y raya" al final. Se enfatiza la importancia de una visión positiva hacia estos intentos de escritura, similar a la que se tiene con los dibujos infantiles.

Significado Cognitivo del Nombre Propio

La escritura del nombre propio también tiene un fuerte significado cognitivo. Permite a los niños apropiarse de formas y letras, creando un repertorio inicial de formas que les pertenecen. Además, aprenden un orden específico de esas formas, reconociendo la primera letra como "la mía" y la última en algunos casos. Aunque el orden de las letras pueda ser difícil de entender al principio, el simple reconocimiento del orden es un paso importante.

El Nombre Propio como Abecedario Básico

En algunos casos, el repertorio de letras del nombre propio sirve como un abecedario básico para escribir otros nombres. Se presenta el caso de Armando, de cinco años y medio, quien utiliza las letras de su nombre para escribir nombres de animales. Aunque las letras no se utilizan con su valor convencional, Armando demuestra haber descubierto que un conjunto limitado de formas, combinadas de diferentes maneras, pueden crear expresiones diferentes. Este descubrimiento es fundamental para cualquier sistema de escritura.

El Nombre Propio como Repertorio Reservado

En otros casos, como el de Paulette, el repertorio de letras del nombre propio se reserva para él mismo. Paulette no utiliza las letras de su nombre para escribir otros nombres de animales. En estos casos, los niños aprenden rápidamente muchas formas de letras para preservar las de su propio nombre.

Los Nombres de la Clase

Los nombres de la clase se comparten, lo cual es sumamente importante. Si hay 20 niños en la clase, es casi seguro que se tenga todo el abecedario. Es importante que los niños vean escrito el nombre que cada uno identifica como su nombre verdadero, con las dificultades ortográficas que tengan. Se debe evitar poner el nombre completo, ya que una secuencia de dos nombres y dos apellidos no cumple las funciones de indagación que permite la escritura de un solo nombre.

Indagación y Aprendizaje en el Aula

Compartir los nombres en el aula fomenta la indagación y el aprendizaje entre los niños. Surgen preguntas como "¿Puedes la de Carlos?" o "¿Cuál es la vivencia?". Si la inicial se comparte, hay que mirar otras letras para saber dónde está escrito mi nombre. Los niños aprenden a reconocer su nombre en la lista de asistencia, en la lista del grupo o para identificar el lugar asignado para dejar sus pertenencias.

Letras en el Entorno

Se anima a los niños a observar las letras del entorno y a contar lo que ven. Aparecen comentarios como "Yo vi mi letra en un taxi", lo que permite retomar, expandir y socializar el aprendizaje. La educadora puede preguntar por qué taxi empieza con la misma letra que Teresa, aunque los niños no sean capaces de aislar las consonantes. Lo importante es que el problema siga rondando en la cabeza como algo que habrá que entender.

Hazlo Como Puedas

Trabajar con el nombre propio es trabajar con los nombres propios del grupo. Que haya un modelo disponible no quiere decir copiarlo cada día. "Hazlo como puedas" es apenas el inicio, y se debe aspirar a "hazlo de la mejor manera que puedas" para propiciar avances. El nombre propio es un trozo de escritura altamente significativo que estará allí primero como fuente de satisfacción y luego como fuente de problematización y conflicto.

Nuevas Dificultades

Entre los 4 y los 6 años, los niños tratan de entender por qué precisamente esas letras y en ese orden, lo que genera nuevas dificultades. Se presenta el caso de Andrea, quien sabe escribir su nombre pero intenta comprenderlo probando distintas hipótesis. Primero intenta una lectura silábica, luego alarga una vocal y finalmente descubre que combinando el nombre y apellido consigue interpretar todas las letras. Estos momentos son cruciales porque se está trabajando al mismo tiempo con la oralidad y con la escritura. La tensión entre el objeto tal cual es y lo que se entiende de él es fuente potencial de progreso, siempre y cuando las educadoras lo entiendan y sepan potenciar.

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